domingo, 9 de octubre de 2011

A Dulcinea


Hermosa princesa bien amada, 
que vives en la mente de Alonso Quijano, 
te confieso que me he enamorado de ti y de tu perfección, 

probablemente tendré que abrir la cabeza del Quijote para liberarte y darte los castillos que están en mi mente y que un día estuvieron en la cabeza del hidalgo.

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