lunes, 10 de octubre de 2011

Coleccionista de Mauricios


Su amado Mauricio se fue lejos del país y Lucía perdió su rastro. Ni su teléfono, ni su dirección de correo, ni la fecha de retorno, es más, ni siquiera la certeza de que volvería. No le quedaba nada, sólo ese amor que era ígneo en su pecho, el cual nunca se atrevió a confesarle. Por eso decidió encontrarlo, contactarse con él a como de lugar y decirle todo lo que llevaba dentro, confesarle su amor a pesar de que él, ni siquiera la conozca.

El problema era que no tenía ninguna pista, a penas lo había visto en el colegio durante los recreos y sólo sabía su nombre y su apellido. Como era muy tímida no se atrevía a preguntar a nadie a cerca de él, para no levantar sospechas.

Por bendición y maldición inventaron las redes sociales, así que Lucía se hizo adicta a ellas, se hizo cuenta en Facebook, en Twitter, en Yahoo, entre otras. Renunció a la vida social y al llegar del colegio se internaba en su cuarto para establecer relación con su monitor, buscaba y agregaba a todos los Mauricios que podía con la esperanza del que suyo se interne igual que ella en alguna de esas redes.

A pesar de que el apellido de los Mauricios no coincidía con el de su amado, los agregaba a su lista de amigos. A decir verdad, ya había pasado tanto tiempo y tantos muros de contactos que no recordaba con certeza el apellido de su Mauricio, así que bien podía ser Mauricio Rojas como Mauricio Hassan.

Luego terminó el colegio, con miles de amigos con nombre similar en sus múltiples cuentas, sus padres la enviaron a que estudiase en otra ciudad, para que tenga la oportunidad de cambiar de ambiente. Fue allí donde, en la universidad pública empezó a conocer a varios Mauricios y cada vez que conocía a alguno, sentía que se enamoraba perdidamente y es que a decir verdad, ya había pasado tanto tiempo y tantos rostros de personas que no recordaba con certeza la fisonomía de su Mauricio, así que bien podía tener ojos grandes o pequeños, como cabello lacio o rizado.
Luego de transcurrir cierto tiempo, y de que Lucía se enamore perdidamente de muchos, que eran el mismo para ella, apareció el Mauricio real. Había llegado al país justo a esa ciudad a hacer una especialidad en la universidad a la que ella asistía.

Cuando se vieron frente a frente, él por supuesto no la reconoció, él ni siquiera la conocía. Y ella, lo vio y le pareció familiar, empero no podía recordar quien era.
Luego de que los presentaran, él quedó perdidamente enamorado de ella y ella al saber que se llamaba Mauricio, por supuesto que de igual manera, quedó flechada.

Luego de conocerse, de que se dieran cuenta ambos que estuvieron en el mismo colegio, y ella de que él era su amado, pretendieron estar juntos, y así fue. Dos semanas luego de conocerse se hicieron novios, un mes de noviazgo el mejor de sus vidas, ella se sentía realizada y él más enamorado que nunca. Dos meses, tres, cuatro,  cinco, Lucía sospechaba que este Mauricio no era el de ella, no era como ella lo había conocido, no era el perfecto príncipe que había buscado en todos los anteriores creyendo que eran este y ahora en este que era aun peor que los anteriores. 

La relación terminó mal, luego de un par de infidelidades, Lucía llegó a la conclusión que todo había sido una broma, que alguien de muy mal gusto le gastó. Que todo estuvo diseñado para hacerle creer que su Mauricio era aquel, sin embargo estaba convencida de que no era así. 
Por eso, aun hoy, sigue buscando a todos los Mauricios por cuentas de correos y  redes sociales, y por supuesto, sigue enamorándose de cada nuevo Mauricio que conoce, sin perder la esperanza de encontrar en alguno de ellos a su perfecto imaginario.

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