sábado, 24 de noviembre de 2012

Estallido

Mi amado Dago:

¿Se ha percatado de mi silencio? No es olvido lo mío, no, no es desgana, no es renuncia.

Todo lo contrario, todo lo contrario. Son un cúmulo de momentos de extrañarlo. He contenido esta tempestad de ganas de llamarlo, de verlo.

Llámele mesura, al menos eso ha intentado serlo. Hasta hoy, que me despojo de mi atuendo moralista, de los consejos de hacer lo correcto.

Dago de mis días y mis noches, he inventado mil maneras para no pensar en usted. Todas son un rotundo fracaso. Todas, todas.


No sé como decirle que me estoy muriendo de a poco y cada vez más rápido.

Vuelva,
prometo lo de siempre, lo que tuvo, lo que quiere, lo que sea. Vuelva.


Suya desesperadamente,

                                                                                                                                                                    Penélope





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